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Romolo Ferrari e la Chitarra in Italia nella prima metà del Novecento

Una de las personalidades más importantes del siglo pasado para la guitarra en Italia fue sin duda Romolo Ferrari. A su espíritu inquieto, sus múltiples y eclécticos talentos y su enorme capacidad de trabajo se deben logros que marcarían las bases materiales para la resurrección de la guitarra en el país transalpino. Prácticamente desconocido para la mayoría de los guitarristas actuales (incluidos los italianos), la semblanza de este modenés y el retrato de su entorno se nos presenta con todo detalle en una importante monografía que incluye, además de interesantes artículos de diversa índole, gran abundancia de fotografías, documentos y otras muchas ilustraciones. Con la excusa del cincuentenario de su muerte y gracias al empeño de la editora la musicóloga y también guitarrista Simona Boni por organizar unas jornadas de estudio dedicadas a Ferrari, la Accademia Nazionale di Scienze, Lettere e Arti di Modena (organismo dependiente del Ministerio de Cultura italiano) ha auspiciado esta novedad editorial. Imaginen ustedes la capacidad de persuasión que ha de tener (no basta sólo con tener talento intelectual en nuestros días para llevar a buen puerto estas iniciativas) para, en la Italia actual, conseguir el patrocinio público para una empresa de esta naturaleza; más aún si tenemos en cuenta que el director del citado organismo declara en la Introduzione que, pese a su paisanaje, no había oído jamás hablar de Romolo Ferarri antes de que Boni les presentara el proyecto.

A pesar de esto, la guitarra italiana tiene que agradecer a Ferrari cosas tan importantes como la organización de diversos y pioneros congresos guitarrísticos internacionales a lo largo y ancho del país, la creación de la  Sociedad Guitarrística  “Mauro Giuliani” de Bolonia (de gran relevancia desde su fundación en los años veinte del siglo pasado) y su decisiva participación para crear las primeras cátedras de guitarra en los conservatorios italianos y para situarla por tanto, dentro el sistema educativo, a un nivel equiparable al de los otros instrumentos. Notable intérprete de guitarra-lira (instrumento que estuvo muy de moda en Italia durante las últimas décadas del siglo xix y las primeras del xx y que hizo famoso Luigi Mozzani)[1], profesor de contrabajo, compositor,  investigador y promotor de eventos artísticos y musicológicos, Romolo Ferrari fue una de las puntas de lanza de aquel colectivo de profesionales italianos relacionados con la guitarra (a cuya cabeza estuvo Luigi Mozzani) que, en ausencia de una figura mediática de la importancia e influencia de un Segovia, unieron sus esfuerzos para revitalizar el panorama guitarrístico de un país históricamente no menos importante para nuestro instrumento que España.

Los artículos contenidos en este libro, como bien indica su editora, han sido agrupados en tres bloques bien definidos aunque claramente interrelacionados. El primero está dedicado a Ferrari y formado por tres artículos: un  amplio trabajo biográfico (a cargo de la propia Simona Boni)  y otros dos estudios dedicados  respectivamente a su labor como compositor y a su nada pequeño fondo de música para guitarra del periodo clásico-romántico que, como podemos leer, consta de casi 200 obras entre manuscritos e impresos. Algunos de estos últimos son ejemplares únicos de autores que podríamos calificar como menores pero cuyas publicaciones aportan una visión más completa del mundo guitarrístico ottocentesco.

El segundo bloque, de dimensiones mucho mayores, está compuesto por artículos que nos acercan a  lo que fue la realidad de la guitarra en la Italia de la primera mitad del siglo xx, abarcando asuntos de muy distinta índole: la educación, el repertorio, el movimiento de  recuperación de la música antigua, los compositores italianos no guitarristas con obra para o con guitarra en particular, desde los dos representantes de la Generazione dell’Ottanta que se interesaron por ella (Ottorino Respighi y Gian Francesco Malipiero) hasta Bruno Maderna, pasando, naturalmente, por Mario Castelnuovo-Tedesco, la relación guitarrística entre Italia y otros países, las publicaciones periódicas, las grabaciones discográficas y hasta un ensayo sobre los constructores de guitarras en Italia.

El tercer y último grupo de artículos está dedicado a algunos de los protagonistas de ese movimiento guitarrístico del que hablé anteriormente. Si para nosotros resultan familiares los nombres de Ruggero Chiesa, Oscar Ghiglia o Angelo Gilardino por sus aportaciones en el terreno pedagógico, interpretativo o de la investigación musicológica en la última parte del pasado siglo o en la actualidad, en aquel periodo eran Luigi Mozzani (quien no necesita presentación), la precoz Teresa de Rogatis, María Rita Brondi (que fue una de las alumnas favoritas de Tárrega y autora de una monografía famosísima, Il liuto e la chitarra) y el reconocido virtuoso Benvenuto Terzi, por nombrar algunos de los más relevantes, quienes tomaban las riendas del devenir de la guitarra en Italia.

Otros nombres menos conocidos para quien aquí escribe y que aparecen en el volumen son los de Elena Padovani (alumna predilecta de María Luisa Anido, de gran sensibilidad musical a juzgar por las referencias y de muy itálica belleza a juzgar por las fotografías que ilustran el artículo), Giovanni Murtula, Pasquale Taraffo, Carlo Palladino, Carmelo Coletta y Cesare Lutzemberger. Cabe destacar la aportación que Giuliano Balestra –quien hasta hace pocos años fue profesor de guitarra del Conservatorio di Santa Cecilia en Roma– hace en su emotivo relato del perfil artístico y didáctico del que fue su maestro y primer profesor de guitarra en un conservatorio italiano (también en Santa Cecilia, entre 1955 y 1964, año de su muerte): Benedetto Di Ponio. La fotografía del primer grupo de sus estudiantes entre los que descubrimos a un jovencísimo e impecablemente bien trajeado Balestra y a un adolescente Oscar Ghiglia (que luce un sorprendentemente actual desaliño) no tiene desperdicio e ilustra con un toque tierno y cercano el ambiente que Di Ponio creó a su alrededor.[2]

Simona Boni afirma acertadamente en la Prefazione que nos encontramos ante una monografía que constituye un unicum en su campo puesto que hasta el momento, tal vez por la cercanía en el tiempo, este periodo no había sido objeto de estudio para los musicólogos italianos. Tal hecho otorgaría por sí solo un valor considerable a la publicación pero ni mucho menos es el único. El libro es riguroso, de amena lectura, temática variada y a todas luces muy recomendable para los que se interesen por la reciente historia de la guitarra. No dejen, queridos lectores de lengua castellana a quienes atraiga el tema pero no dominen la lengua de Dante, que el hecho de que esté escrito en italiano les disuada de adquirirlo. No hay otra lengua que yo conozca más bella y más similar a la nuestra, y el contenido de este libro es una buena razón para empezar a conocerla.

 

 

Javier Somoza


[1] No debemos confundirlo con la lira o lira-guitarra (que, como aclara la especialista Eleonora Vulpiani en su página web, es un instrumento muy distinto, musical y organológicamente hablando, a esta guitarra-lira mozzaniana). Puede consultarse en http://www.eleonoravulpiani.com/storia.htm [consultada en diciembre de 2010]

 [2] Hubo tres candidatos para las pruebas de selección de esta primera cátedra de Roma: Benedetto di Ponio, Mario Gangi y Elena Padovani. Según podemos leer en el artículo de Maria Angela Bianchini: “Elena Padovani. Una vita per la chitarra”, pp. 413-426, Padovani quedó en segundo lugar con la misma puntuación que Gangi y por detrás, ambos, de Di Ponio. En este mismo libro encontramos aún más información sobre dicho concurso en un artículo de Silvia Mastrogregori: “L’istituzione della cattedra di chitarra nei Conservatori italiani”, pp. 131-144. En este descubrimos que la selección se hizo por medio de un concurso de méritos académicos, pedagógicos y artísticos (no se menciona prueba práctica alguna), por un tribunal que incluía a Goffredo Petrassi entre sus miembros. El fallo, como no podía ser menos cuando se trata de este tipo de pruebas, no estuvo exento de polémica y Gangi redactó una carta de protesta que envió al Ministerio y que no fue considerada. Nada nuevo bajo el sol, queridos lectores…
La incorregible curiosidad de nuestra editora ejecutiva (gracias a la cual atesora una cultura casi enciclopédica sobre asuntos de lo más dispar) me hizo llegar un documento radiofónico que tampoco tiene desperdicio. Se trata de un programa de Radio Frammenti dedicado a la guitarra y, particularmente, a Elena Padovani como exponente del papel histórico de la mujer en el mundo guitarrístico italiano. Esta versión actualizada de la polémica del concurso de Roma se puede escuchar on line (con ciertos tintes de prensa amarilla, todo hay que decirlo). Incluye todo tipo de divertidas conjeturas que la locutora lanzó, con seguridad tras la lectura del artículo de Maria Angela Bianchini, entre las que no faltan insinuaciones de favoritismo y hasta de machismo para defender el talento de una, a todas luces, brillante guitarrista. Las segundas me resultan casi comprensibles si tomamos en cuenta las indignas y cotidianas declaraciones presidenciales que las mujeres italianas tienen que soportar casi a diario y que sensibilizan su percepción de unos asuntos que probablemente (a mi entender) no se corresponden directamente con esta lamentable realidad social italiana.
http://frammenti.podomatic.com/entry/2010-12-11T10_04_36-08_00 [consultada en diciembre de 2010]
 

 

in «Roseta», n.5 dicembre 2010, pp.138-140